Adicciones + Redes Sociales


ADICCIONES+REDES SOCIALES



Es evidente que nuestras vidas han mejorado gracias a las nuevas tecnologías. Ahora todo es más fácil, rápido e incluso divertido. El problema se presenta cuando perdemos el equilibrio entre lo virtual y lo real, existe un alto porcentaje de adolescente y adultos que, siente un excesivo placer, ante el uso de nuevas tecnologías y redes sociales. Las redes sociales no son malas ni peligrosas, sino el uso que hacemos de ellas. Por eso es muy importante tener en cuenta hasta qué punto son una prioridad en nuestras vidas. Nunca algo que tenga que ver con el exterior va a producirnos la felicidad que realmente queremos y necesitamos, porque esta solo es accesible desde nuestro interior.




Las redes sociales son positivas si se usan de manera medida


Hoy en día, internet es, para muchos, una herramienta casi indispensable para trabajar, relacionarse con otros y hasta planificar distintos tipos de actividades. En su justa medida, su uso es positivo, ya que se utiliza como un medio para facilitar y hacer mucho más llevaderos distintos aspectos de la vida cotidiana. Sin embargo, están aquellos que no pueden vivir sin las redes sociales. Tal es la adicción que llegan a modificar muchas situaciones, rutinas y hasta sus relaciones interpersonales. Facebook, Twitter, Instagram y Snapchat se han convertido en la obsesión de muchos. Se transformaron en una especie de vidriera en la que se muestra solo una parte de lo que realmente sucede.


Las redes sociales pueden afectar negativamente la forma de relacionarse con el otro


Esconder lo negativo y mostrar el éxito ha producido un descenso en la valoración que se tienen a sí mismos aquellos que están con problemas o que consideran que a los otros les va mejor. Lejos de sentirse acompañados, perciben mucho más el aislamiento y la diferencia porque se comparan con ese espejo y siempre se sienten perdedores. El adicto disfruta de los beneficios de la gratificación inmediata, pero no repara en las posibles consecuencias negativas a largo plazo. Por ello, el abuso de las redes sociales puede facilitar el aislamiento, el bajo rendimiento, el desinterés por otros temas e incluso los cambios de conducta.


ADICTOS A LAS TIC


Las personas con dependencia a las TIC (Tecnologías, información, comunicación) buscan un alivio inmediato ante el malestar emocional que están viviendo (aburrimiento, soledad, ira, problemas en la familia o en el trabajo). Es justo ese placer el que les convierte en adictos a las redes sociales, con las TIC consiguen evadirse, entonces los problemas desaparecen y la angustia con ellos. Esta agradable sensación hará que cada vez el abuso sea mayor, y cuanto más grande sea más aumentará el aislamiento de la persona, la ansiedad, baja autoestima y pérdida de su capacidad de control. Snapchat, INSTGRAM,ETC se han convertido en la obsesión de muchos. Se transformaron en una especie de vidriera en la que se muestra solo una parte de lo que realmente sucede. Las redes sociales y los sistemas de mensajería son atractivos para los jóvenes porque su sistema de funcionamiento implica la respuesta rápida, las recompensas inmediatas y la interactividad. El uso, en principio, es positivo, siempre que no se dejen de lado el resto de las actividades propias de una vida normal (estudiar o trabajar, hacer deporte, practicar las aficiones, salir con los amigos o relacionarse con la familia). Otra cosa es cuando el abuso de las redes sociales provoca alejamiento de la vida real, induce ansiedad, afecta a la autoestima y hace perder capacidad de autocontrol.







PERSONAS MÁS VULNERABLES A LAS ADICCIONES DE LAS REDES SOCIALES


Si bien las redes sociales están disponibles para todas las personas, solo una pequeña parte de ellas presenta problemas de abuso. En concreto, los adolescentes constituyen un grupo de riesgo porque tienden a buscar sensaciones nuevas y son los que más se conectan a Internet, además de estar más familiarizados con las nuevas tecnologías. Hay ocasiones, sin embargo, en que en la adicción a las redes sociales subyace un problema clínico previo: timidez excesiva, baja autoestima, rechazo de la imagen corporal, depresión o hiperactividad. Otras veces se trata de personas que muestran una insatisfacción personal con su vida o que carecen de un afecto consistente y que intentan llenar esas carencias familiares o sociales con un mundo imaginario. En estos casos Internet o las redes sociales actúan como una prótesis tecnológica que facilita el escape de la vida real o la mejora del estado de ánimo.





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